Digo

Después de años dedicándome a la comunicación, dedico este blog a profundizar en las capacidades que nos otorga como humanos.

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Años de buen vino

Los que seguís este blog ya sabéis que del intercambio de una caja de vino Vihucas por una entrada en el blog surgió la primera historia Vihucas en torno a una botella de este buen vino, seguida de una segunda historia Vihucas que hoy da paso a esta tercera.

Nunca llegaremos a Naval

Esta vez la reunión era largamente esperada: un grupo de amigos que desde los veinte años mantenemos largas noches de discusiones críticas sobre el mundo primero, alteradas con las horas y de un humor muy español para los que llegan al final de la noche, cuando parece que hay el doble de comensales.

Los amigos, el mundo y el vino

El buen Vihucas acompañó a una fondue de queso y poco más. Habíamos aperitivado, contra lo que enseñamos a nuestros hijos, y el hambre no era uno de los invitados a la mesa. Sí la crisis, reina de la noche. Yo protestaba por la falta de buena información en los medios, de perspectiva histórica y reflexión sobre lo que viene a enseñarnos. La humanidad ya ha pasado por previas y una visión de sus ciclos nos permitiría enfocarla con medidas y no tanto catastrofismo, aunque buena base tiene, de eso no hay duda.

Me sorprendió la desconfianza hacia Internet, como un canal de comunicación en el que es imposible la privacidad. Y la explicación que nos hizo Francis de la deflación como el acto personal de fijarse en qué se gasta cada euro y su repercusión cataclítica.

El chocolate a la naranja hizo entonces su aparición, en un momento en que podíamos con la noche y éramos una conspiración de amigos disfrutando de llevar más de veinte años siéndolo. Pero en breve ésta fue la vencedora y nos mandó a dormir, con un despertar que mejor no os explico. ¡Y qué sol hacía al día siguiente en Torroella!

Igualito, igualito que el día que tomamos la cuarta botella de Vihucas, esta vez en El Raval.