Digo

Después de años dedicándome a la comunicación, dedico este blog a profundizar en las capacidades que nos otorga como humanos.

 

 

Ficción para marcas y consumidores

Joan Jimenez prepara su próximo Taller de marketing: «el futuro de las marcas» por lo que aprovecho para reflexionar en voz alta lo que me viene rondando… Somos testigos del ataque de las marcas blancas para llevarse el consumo con la crisis, ante la sorpresa y contraataque de muchas marcas que no entienden cómo tanto esfuerzo prolongado se disuelve en un pluf. Y a mí no hace más que darme a pensar que todo era un juego en que las marcas competían por originalidad, sofisticación, porque eran güay, mientras los consumidores aceptábamos pagar por bonitos envases, anuncios divertidos, pero no por un contenido que lo valiera, es decir, calidad. La calidad es MUY cara, no está al abasto de la mayoría, y todos nos hemos querido creer que la comprábamos. Pero se acabó.

Debris and Pollution in the Duke of Northumberland's River, de Jim Linwood

Debris and Pollution in the Duke of Northumberland, de Jim Linwood

Marcas y consumidores: mucho por hacer, ¿empezamos?

Tocan años de dar sentido a lo que hacemos, nuestros gastos, nuestro tiempo, mientras Europa envejece y pierde un lugar en el mundo. Las autoridades lo están dejando bien claro: o creemos todos en Europa o nos hundimos. Es el momento de reconstruirla. Por lo que, señores, tenemos mucho que hacer. Y parece que la apuesta es por la innovación.

Pero voy a destacaros un párrafo de un artículo de José Vidal-Beneyto en El País: «Frente a la doctrina de la igualdad, (en las business schools), con su invocación constante a la racionalización de los medios, a la eficacia, a la innovación, se predica a los mejores que sean aún mejores, superiores, más excelentes, que entren en la cultura de los campeones. Estamos en las antípodas del Mayo del 68 y de su voluntad de luchar contra la desigualdad, de privilegiar a los trabajadores, a los emigrantes, a los marginales, de no dejarse devorar por la incorporación al proceso productivo y al ascenso en la escala social.»

Innovemos, sí, pero para todos, con sentido de la responsabilidad. Que el objetivo sea relanzar el optimismo porque todos somos los constructores de nuestro futuro. La oportunidad es inmejorable, con los movimientos sociales conectados y expresándose. Y las marcas tienen la oportunidad de contribuir a crear esta nueva forma de vivir que emerge, alejándose de la tentación (más bien hechos) de vender «porque soy güay». Es hora de invertir en escuchar y debatir conjuntamente con la sociedad nuevas necesidades, objetivos sociales, sentido común, racionalidad e imaginación. Contribuir a crear con las personas el cambio.

Y cierro con otro párrafo de otro artículo de El País, «La marca soy yo«, de Javier Martín, a propósito de los personajes conocidos como marcas: «Un personaje no por ser muy conocido tiene que ser un buen reclamo publicitario. El conocimiento de marca debe de basarse en el esfuerzo y la superación, no en el chiste y la broma».

Las caras de la comunicación

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